La hormiga y la pluma

Esta hormiga nos la encontramos mi hija y yo en el parque. Y llevaba una pluma de paloma a cuestas, que supongo que sería como si yo decido llevarme a mi casa un sofá cargado a la espalda. Me imagino la cara de sus compis de hormiguero, cuando apareciera con semejante armatoste: «pero… ¿dónde vas alma de cántaro?«. Pues nuestra amiga la hormiga, haría oídos sordos, y se llevaría la pluma a un aparte, y luego se acostaría sobre ella tan contenta y calentita.Hormiga y pluma

Pues eso nos pasa a nosotras muchas veces, cuando nos «echamos al coleto» más de lo que podemos (suele pasar cuando te conviertes en madre) y sigues adelante, y a veces miras atrás y piensas: «pero… ¿cómo lo he logrado?«.

Supongo que en el camino, nuestra hormiga las pasaría canutas. Que se pararía a descansar veinte mil veces. Que tendría que tomar aire y respirar. También nosotras, muchas veces tenemos que parar, respirar, gritar, llorar, reír, y lo que haga falta… pero seguimos adelante con nuestra pluma.

Al final del camino, ya en el calor de su hormiguero, nuestra hormiguita estará encantada de la vida con su pluma, y se reirá de los problemas que ha pasado por el camino. Por fin descansa contenta y satisfecha…Y ya vendrá el invierno, el frío y los malos momentos… pero ella estará encantada, en su cama de plumas, ¡que se lo ha ganado!

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