El otro día, una amiga me dijo que se quería cagar en la madre de alguien (sus razones tenía, desde aquí un besazo) y recordé porqué hace exactamente dos años y medio que no utilizo esa expresión (y se lo conté a mi amiga, necesitaba reirse).
Cuando di a luz a mi tercer hijo, el parto fue bastante rápido y muy fácil. Nada más nacer me dieron al niño y estuvimos un rato «piel con piel» (por cierto, pensé que era algo a lo que te acostumbrabas, pero es mágico así lo hayas vivido una, dos ó cinco mil veces).
Estaba yo tan encantada, abrazando a mi chiquitín cuando dice una enfermera: «¡vaya, se ha cagao!». ¡Madre mía! el meconio es superpegajoso, verde-negro y bastante desagradable… La enfermera empezó a limpiarme con gasas, con toallitas, con sábanas húmedas… al final tuvo que ir a por una esponja y jabón…
¡Pues sí que empezamos bien! cuando sea más mayor y alguien le diga que se caga en su madre, puede decir cargado de razón: «¡Ahórratelo, que eso ya lo he hecho yo!»
Por cierto, explico el dibujo que ha hecho mi hija. Le he pedido que me hiciera una embarazada en un hospital, y como me dice que no sabe hacer una embarazada, ha hecho una enfermera dentro y fuera una señora con un bebé (¡que le gusta más!)