Ya os he comentado que mi tercer hijo es una versión mejorada (versión 3.0), y está espabilado a tope. El jueves pasado, volvió a darme muestras del «espabile» que le caracteriza, lo vivimos en el pediatra. Teníamos hora para la mayor, y tuvimos que ir todos, porque no tenía con quien dejar a los dos pequeños.
Teníamos hora a las 19:25, y llegamos puntuales. Nos tocó esperar y para entretener el momento, empezamos jugando al «veo veo». Los dos mayores saben leer y saben jugar, pero cuando le toca al pequeño nos partimos:
«Veo veo»
«¿Qué ves?»
«Una cosita»
«¿De qué color es?»
«Azul fuerte»
«¿Porqué letrita?» (esta es una pregunta tonta, porque no sabe cómo se escribe ninguna palabra, pero bueno… es el juego, y si no dices todas las frases, no les mola)
«Empieza con la letrita W» (nada más y nada menos, siempre dice letras raras: K, W… no me digáis porqué)
Y su hermana mayor, que se conoce el percal dice: ¡Puerta! y el enano piensa un poco, se muerde el labio inferior y dice: «¡SÍ PUERTA!»
Bueno, después de varios «Veo Veo» me dice el enano: «mamá, tengo sed«, momento horrible porque llevamos media hora esperando y ahora no podemos movernos por la puñetera ley de Murphy (me voy y seguro que me llaman).
De vez en cuando me vuelve a decir que tiene sed, y siempre le digo lo mismo: «cuando salgamos del médico, que van a mirar a tu hermana, vamos a la máquina y te compro una botella«. Vale, parece que le he convencido, pero a los cinco minutos repite su petición (y yo me estoy arrepintiendo de haberle dado queso en la merienda).
Nos llaman por fin y entramos, el primero el pequeñajo que se acerca al pediatra y le dice: «eh, señor, quiero agua» el pobre hombre, que no sabe qué hacer me mira y yo le digo: «ni caso, ahora cuando salgamos le compraré una botella«.
Pero el insiste: «ahí hay vasos, y un grifo, quiero agua«. Yo sigo escuchando al pediatra, que me comenta sobre la mayor y finalmente me siento delante suyo, con el pequeño en brazos. Mientras él escribe su receta en el ordenador el enano le pregunta: «¿cómo te llamas?» y el pediatra contesta: «Santiago«. Entonces él va, con todo su morro y le suelta: «Santiago, ¡QUIERO AGUA!» Nos entró la risa, porque este es un listo.
Lo peor es que a la salida, la máquina de agua estaba estropeada y hasta que no llegamos a casa, el pobre no pudo beber.
Llevamos unas noches que jugamos a la oca y para saber a quién toca el primero dice el enano: «en la casa de Pinocho, todos cuentan hasta ocho: uno, dos, tres y cuatro. ¡Esconde la mano que viene la vieja!» 😉 Sin comentarios.
¡Qué tengáis una buena semana!
Jajajaja, esa versión remasterizada que tienes en casa es la bomba!!!!
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La verdad que es un personaje!! eso está bien, un poco de carácter hace falta por aquí… 😉
Un besazo mamá orgullosa! 🙂
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Jajaja… me encanta la versión 3.0 Es un crack! como su mami. 😉
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Jajajajaja, fan total de tu hijo pequeño!! Qué simpático por favor, el pediatra se tiraría por el suelo 😉
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