…hambre para mañana… ¡ja! será en otra casa, porque en la de mi madre el pan de hoy es para mañana, y hoy nos comemos el de ayer… ¿eh? ¿cómo os quedáis? Que sí, que mi madre se come el pan correoso del día anterior, para dejar el pan recién hecho y crujiente para comérselo duro y desmigado al día siguiente. Incluso le he dado un nombre a esta extraña forma de actuar (también lo hace mi abuela, porque de casta le viene al galgo. He visto tintes de este comportamiento también en mi suegra): «Economía de Post-guerra». Porque lo que siempre le digo es: «pero mamá, no te comas el pan duro» ella contesta: «por si no queda para la cena» y mi respuesta: «pues siempre estarás a tiempo de comerte el pan duro si no queda del bueno, pero será mejor disfrutar de este pan rico y crujiente» y… siempre es el mismo diálogo… imposible convencerla. Parece que quiera dejar «reservas», no sea que venga un terremoto que nos impida ir a por pan (y esto sí que sería una tragedia, para mi por lo menos, que el amor al pan está inculcado y bien inculcado).
Mi madre, que está suscrita a mi blog, estará leyendo esto, moviendo la cabeza y pensando: «ya está con lo del pan hasta por internet» (porque os aseguro que es algo recurrente). Y acabo de hablar con ella por teléfono, he tenido que advertir la esencia de este post (para evitar el mosqueo de la sorpresa) y me dice que escriba: «¡con el pan! anda, ¿qué vas a decir tu que no compras pan? ya quisieras tu muchos días tener pan de ayer, para comer un par de huevos fritos«. Tiene razón, me encanta el pan y nunca compro… y lo echo de menos… (aunque sea duro), y mira que tengo tiendas cerca para comprarlo a la vuelta del trabajo…
Conclusión: No os metáis con la forma de actuar de vuestras madres, ellas saben más. Además, dentro de unos años estaré comiéndome el pan del día anterior, porque tengo que decir que hace bien poco he usado con mi hija la frase que utilizaba mi madre conmigo: «¡Ah! ¡ahora te duele la cabeza! ¡cuando estabas viendo la tele, estabas como una rosa! y ahora que digo que recojas, ¡te duele todo!«. De ahí a la «Economía de Post-guerra»… hay un paso. Añado que pienso que buena parte del recorrido de la maternidad, está en los pasos que ha dado tu madre antes que tú.
Las fotos… las tenía en el móvil desde Semana Santa, son tan bonitas… 😉
¡Feliz semana!
Como siempre arrancándome unas buenas carcajadas. 🙂 Eres genial, Maribel.
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Jajajajaja!!!!! 😉
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jajajaja, toda la razón!! Nos quejamos de las manías y costumbres de nuestras madres y poco a poco nos vamos transformando en ellas. Y como te entiendo con lo del pan! yo tampoco lo compro nunca, y mi madre siempre me dice que a mi casa no la gusta venir a comer porque no tengo un triste trozo de pan ¡aunque sea duro!
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jajaja debe ser que las nuevas generaciones no compramos pan, porque yo tampoco. Pero cuando voy a casa de mis padres estoy deseando llevarme un trozo a la boca.
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Jajajaja!!!! Exactamente igual que yo!! El pan me encanta!!
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Pues sí, más razón que uua madre, qué le vamos a hacer.
Un besito
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