Pos: «Detrás o después de» así lo explica la RAE, aunque yo añado: detrás o después de eventos, cuya finalización generan depresión, noria de sentimientos y deseos de volver al momento en el que pos no formaba parte de la palabra que precede…
Y estoy hablando del síndrome posvacacional, que todos hemos vivido de manera intensa estos días con la vuelta al trabajo, el cole y la rutina en general.
Y sí, ya sé los consejos esos de volver poco a poco a la rutina, planificar, irse preparando los últimos días de las vacaciones para adaptarse… Pues no sé vosotros, en mi caso la adaptación paulatina no ha sido posible, y me ha sido complicado que lo fuera para los niños.
Empezamos a trabajar mi marido y yo dos semanas antes del comienzo del colegio. Eso de adaptar al horario apetece cero, básicamente porque levantarme a las 6:00 para evitar el síndrome posvacacional, como que no. El primer día de trabajo, vives en una nube, creyendo que levantarte pronto está chupado y que se nota el descanso. Claro, se nota el primer día, cuando suena el despertador el segundo día, ya no es tan fácil, tu cuerpo ha entendido que has pasado del estado vacacional al posvacacional.
Y como has desayunado tres horas antes de lo habitual en tus vacaciones, y el aperitivo en el chiringuito o el bar de la plaza queda en el pasado… Tu cuerpo vuelve a tener una nueva lección y comprende que has pasado del estado vacacional al posvacacional.
A las 16:00, con un agujero en el estómago, comes y te vas de piscineo con los niños, que siguen viviendo en estado vacacional porque, aunque se han levantado pronto para quedarse con los abuelos, sus tres horas de siesta no se las quita nadie. Tu la siesta ni la has olido (y en vacaciones he dormido siesta casi todos los días, ¡un lujo!) y a las 20:00 estás como un trapo, deseando pillar la cama… Pero ese momento queda lejos, los niños están tan frescos, y todavía les queda cuerda.
Para que la cosa no se acumulara, compramos libros y material escolar en julio. Teníamos una lista de lo que cada uno necesitaba para el uniforme. Parecía que todo estaba controlado, que esta vez no nos pillaría el toro, que ya estaríamos totalmente preparados, pero… sin estrés, los dos días antes del cole no serían lo mismo. Los niños fueron tan contentos, yo me habría puesto a llorar a moco tendido con otros dos enanos en la puerta, porque ya iba de los pelos pensando qué de cosas tenía pendientes, a pesar de la previsión (sin la cual, probablemente me habría quedado calva).
Y ya estamos en marcha, otra vez vuelta a la rutina, a madrugar, los libros y la marcha. Superado el «pos» inicial, parece que la cosa va rulando. Pero, cuando parece que todo está ganado, que ya controlas la situación, que incluso estás en la rutina que, dicho sea de paso, es una maravilla… te tiras toda una mañana, desde que sales de casa hasta que llevas más o menos treinta minutos en el trabajo, con la camiseta del revés (ahora entendéis la imagen destacada…). Y cuando vas al baño a resolver el entuerto, te encuentras con una camiseta vieja, con pelotillas y desteñidos. Claro, por eso no me ponía yo esa camiseta hace un tiempo, aunque tengo que decir que del revés gana, la jodía.
Estas cosas pasan, el mes de septiembre es el mes de volver a empezar, año nuevo escolar (se debería instaurar algo así como unas campanadas de año nuevo para estas fechas, y ¡empezar brindando! 😉 ).
¡Buen fin de semana!
Ánimo con la vuelta. A mí me pasa lo contrario, casi estoy deseando que acaben las vacaciones para bajar el ritmo 😉
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Nosotros estas vacaciones hemos descansado un montón. Playa, bicis, siesta… Un gusto! No queríamos volver!!!! 😉
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